Festival de arte sonoro y música experimental
LUGAR: Gandía, Valencia
EQUIPO DE TRABAJO: Dirección Llorenç Barber + Montserrat Palacios + Asistencia técnica y artística Santiago Barber + Raúl Cantizano + Jorge Ares
EN COLABORACIÓN: Ajuntament de Gandía, Área de Cultura
SITIO WEB: http://www.gandia.org/c/document_library/get_file?uuid=297e0c49-6cc4-4cc2-949b-b6ed91f61c70&groupId=14
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ANEM, ANEM: LA FESTA DE L’ESCOLTA
Hubo un tiempo en que las escuchas, ese atender lo que llamábamos música, se daba sobre todo en un salón o en un “auditorio”. Lo importante, se decía, era la composición, el autor, lo virtuoso del intérprete de turno. A lo largo del s.XX ocurrieron tantas cosas, se inventaron tantos modos de producción y transmisión del son, se investigaron y propusieron tantas maneras de recepción de esa materia (tan plástica) llamada sonido, que todo devino ya otra cosa. Todo se convirtió en aspecto a atender. El sonido dejó de ser un viudo manifestarse ahí, para devenir situación ambiental, evento que sucede, fiesta (intermedia) de todos los sentidos.
Y eso es ANEM ANEM, una fiesta que convida a todos- también a los niños, crecidos o no – al disfrute de cuanto hace singular cada una de las escuchas de cada quién. En efecto, por más que en Valencia todavía se programe como antes, en este festorrio del escuchar, lo que se postula es: el sonido es un multiverso poblado de singularidades y recovecos, gestos, deslices, reverberaciones, ecos, manipulaciones y mezclas a degustar. Lo que de verdad importa ya no es “lo que me hacen o dan cuando oigo”, sino el hecho – puede que trascendental – de echarse sin red a la piscina del escuchar.
Por cierto que, el título de este Festival se lo hemos robado (casi) al gran Carles Santos quien, en 1982 en su “Anem anem a volar”, tuvo el atrevimiento de pasearse –ramblas arriba- desde el puerto hasta el Palau de la Música Catalana arrastrando un enorme piano de cola sobre cuya negra tapa una señorita vestida de rojo carmesí le lanzaba algo más que los tejos al sudoroso pianista-transportista. ¡Felicidades Carles por tu 70 aniversario y tantas cosas más…!
Los verdaderos músicos de hoy más que componer obras, crean situaciones de escucha siempre cambiantes y – hasta donde su imaginación les dicte – inéditas. Atenderlas es nuestro reto y debe ser nuestra urgencia.
ANEM, ANEM reúne -para nuestro asombro, reflexión y goce- a una heterogénea turba de sonados sonadores venidos del ancho mundo, cuyo afán es cambiar nuestra idea de “qué es la música, qué es el arte” a base de estirar el concepto de sonido y sus maneras de ser escuchado: no más cautelas y prejuicios, no más fronteras ni pasividades, no más academias ni tradiciones limitadoras, arrogantes y/o castrantes que siempre repiten la misma cantinela. Lo que de verdad interesa es usted y la posibilidad real de cambiar su modo de vivir auscultante. Arriésguese y no se prive. Todos están llamados a derrapar su vida a través de su oreja. Ese agujero negro inexplorado.
En este agasajo sonoro escuchará aquí, propuestas que van desde los artefactos más cotidianos, acústicos, mecánicos y corporales hasta las tecnologías digitales más novedosas. Escuchará sonidos tan sencillos que usted mismo dirá “esto yo también lo puedo hacer” hasta sonidos sorprendentemente inauditos que le harán decir “¡pero cómo no se me había ocurrido!”. Habrá cajas, cañas y todo tipo de tubos que regurgitarán melodías, ronquidos o suspiros de configuraciones en extravío. Luces de colores y sonidos de juguetería para acercar el arte sonoro a los oídos más niños. Se presentarán ante usted cuerpos bien entrenados y puede que enlazados a máquinas de repetición hasta el infinito de cuanto captan o generan, habrá estrenos mundiales (“Big Bang” de Aaron Slobodj); músicos internacionales (Alvin Curran, Hans Koch, Ridina Ahmedovà, Werner Durand, Janitzio Moreno, Norma G. Oridiers, Daniela Palacios etc.) y artefactos híbridos de muy artesanales soluciones (bicicletas que llevan el ritmo de un cantar, gotas de agua que nos darán un concierto de diluvio y sueño) y también sofisticadas pulsiones electrónicas que viajan por el aire, etcétera. Pero además, que nadie se sorprenda si una de nuestras propuestas tiene que ver con el disciplinado y ritual proceso de prepararse una buena comilona. Todos estaremos invitados a escuchar un concierto comestible y a saborear la exquisitez de los sonidos de una fideuá (¡en esta Gandía de nuestros amores, hay que hablar de FIDEUÁ!) desaforada y monumental que marcará el centro de este festivo acumule de actos de escucha en maratón. Ya el gran Dalí repetía que “los órganos mas filosóficos del hombre son sus mandíbulas”.
Somos lo que escuchamos, somos lo que comemos, comentamos, bebemos, segregamos y además – si resistimos e insistimos – también lo que excretamos. ¡Pluf¡
Llorenç Barber y Montserrat Palacios