Un trabajo expositivo en proceso y ciclo de actividades sobre las prácticas, trabajos y documentos enmarcados en el Archivo El Gran Pollo de la Alameda.
LUGAR: CAS (Centro de arte de Sevilla)
EQUIPO DE TRABAJO: Santiago Barber + Pamela Campagna + Victoria Frensel + Indio + Carolina Junco + Jose Romero + Antonio Santos + Omi Scheiderbauer.
EN COLABORACIÓN: ICAS (Instituto de Cultura y Arte de Sevilla) + CAS. Producción: BNV Producciones
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(Texto del folleto de mano, si quieres descargarte el original pincha pdf)
El Tinglao del Gran Pollo de la Alameda
instalache autoaviográfico del deseo perturbador
Este proyecto colectivo de reflexión-acción parte del archivo en construcción «El Gran Pollo de la Alameda», experiencia de recapitulación sobre los procesos sociales de lucha en La Alameda de Hércules que transitan en una distensión temporal centrada en la última década. Estamos ante un intento de resonar, desde abajo hacia el común, una memoria divergente a través de dichos procesos colectivos.
Como todo archivo, su vocación es la socialización. La primera idea, y quizás la fundadora del archivo, es la publicación del libro (verdadero tocho) que saldrá en primavera de 2006, «El Gran Pollo de la Alameda. Cómo nació, creció y se resiste a ser comido. Una docena de años de lucha social en el barrio de la Alameda, Sevilla», llamado a pasar a los anales del despropósito.
Uno de los primeros ejercicios de socialización del archivo, que demuestra su carácter dinámico, accesible, con otras posibles fugas germinales, es la puesta en práctica del dispositivo El Tinglao.
Partiendo de un ofrecimiento al exterior del archivo, éste se propone como una mirada desde el pasado más inmediato puesta al servicio de la construcción del presente, una investigación desde el interior como herramienta para generar posibles usos en otras gentes. Al mismo tiempo la validez del mecanismo que ponemos en marcha se fundamenta en varias direcciones que intentan romper ese dualismo del dentro-fuera; desde el resemantizarnos proponemos darnos significado y comprender los símbolos e imágenes que se han puesto en funcionamiento para, así, construir una zona de volcado que se gesta desde el común. Siempre está reelaborándose, alimentándose desde el propio aliento hacia el que emana. Con remantelarnos partimos de esa valoración de lo que tenemos y generamos, intentando poner en relación el pensar y el accionar, manos y estructuras efímeras; es decir, esta nuestra propuesta experimenta el medio institucional para contagiarlo, buscando la fuga constante del corsé inherente a la representación. Con empoderarnos pretendemos devolvernos a nosotrxs mismxs, una vez más, el sentido adquirido al dinamizar los múltiples contrapoderes que ensambla la colectividad y sus potencialidades, atravesadas todas por la afectividad de los cruces vitales.
Llegadxs aquí conviene aclarar que lxs coordinadorxs de esto que hemos venido a llamar Tinglao no somos un colectivo, ni clausurado ni inalterable. Partimos de redes sociales que aspiran a trabajar de manera cooperativa, a una tenencia comunal de nuestros saberes y medios, donde no existe la autoría como posesión sino como redistribución. El hecho de propiciar prácticas cooperativas sale al encuentro de la fragmentación del conocimiento y por tanto de nuestras vidas, visualizando las fisuras correspondientes a cada campo, minimizando la censura y ampliando sus virtualidades comunes. Este proceso autoconstituyente es revelador de las zonas oscuras de esa parcelación, tanto la adquirida por aplicación de los artilugios del miedo como por la seducción de las prebendas del aura.
Y para eso hacemos un uso táctico del espacio institucional. Conscientes del papel que tiene la institución y la gestión de la cultura frente a los procesos sociales experimentales, no partimos de fórmulas cerradas ni excluyentes. En ese sentido comentar la particularidad del caS en cuanto Centro de Arte que inaugura su andadura con nosotrxs, que se propone no como un centro de exhibición al uso y que trata, en un principio, de sentar unas bases diferentes en su relación con los procesos sociales de creación, y que además, en su mediación con lxs coordinadores del Tinglao ha dado, hasta el momento, garantías de autonomía creíbles. Esto no soluciona, de por sí, una “conflictiva” relación, pues siempre cabe la posibilidad del incumplimiento de las condiciones pactadas, replanteando en todo momento las relaciones con las que nos vinculamos. El aburrido páramo paralizador que ha caracterizado a la gestión cultural en esta ciudad, hace que exijamos, desde aquí, seriedad y compromiso por parte de las instituciones culturales y del caS en particular, para una labor que propicie propuestas que ayuden a tejer una visión critica de la Cultura hechas a la medida del impulso con el que iniciamos
Somos conscientes de algunas dudas que nos asaltan, entre ellas, la trampa que acecha a la poiesis cultural, situada en mecanismos de tematización emblemática de las urbes como consumibles; tememos los simulacros culturales que no tienen su reflejo en el campo del conocimiento social, y que camuflan el conflicto entre la inmersión imposible y la elitización de la representación. La cosificación institucional desvela los mecanismos Culturales de cooptación de la representación, que extraída del contexto reduce considerablemente la amplitud intencional de las propuestas urbanitas.
No somos decorado, ni figurantes de una ciudad que aspira a ser cada vez más global y que basa su apuesta en la ya conocida fórmula de ciudad-simulacro, y que retorcidamente opera ese constructo a través del uso de la cultura. Esta legitimación de la ciudad a través de la Cultura es un delgado alambre sobre el que, deliberadamente y pese a sus riesgos, hemos decidido poner los pies, sabedorxs de la exigente concentración que se requiere a cada paso de funambulista.
Nuestra propuesta no promulga un modelo a seguir, ni queremos reducirlo como una especie de visibilización de lo marginal… por eso un modo de exposición que no hace bandera de la protesta estetizada, más bien trata de poner al alcance unas prácticas que para entenderse deben ser planteadas como procesos de enunciación de la autonomía social. Es por eso que negamos la figura del público espectador que engulle la cultura enlatada, instalando al paseante en algo que emerge en ese espacio otro, ese barrio céntrico resistente, configurado más allá de estos muros; también paradójicamente, situados en ese mismo territorio.
Recolocar, por si acaso y para que no se olvide, al caS en su contexto.