Texto recogido en la publicación Infraestructuras Emergentes, Barra Diagonal (ed), Valencia 2009
Gadget donde los haya, El Tinglao se pretende un volcado del archivo en toda su extensión y comprende un arco diverso de formas de presentación y soportes. Dispositivo de relato y dermoreflexión, abarcará desde las presentaciones a viva voz, hasta coloquios, proyecciones, incursiones callejeras y una selecta nevería de ósmosis urbanas, sinergias varias, sinapsis a go-go, cátering Molotovs, asociaciones ilícitas, falansterios de puertas abiertas, alberos revueltos y ganancia de agitadores, corrales de ocupas, rastas cantaoras, periodistas en los árboles, reyes moros hortelanos, almonedas, inmobiliarias inmunes, colección de bulos, conjura de unos varios, aldeas galas, incautos elegantes, especulaciones mentales, komando tekito lamoto, inquilinos en volandas, acciones directas e indirectas, centros cínicos, raciones de cuidadanía, ayuntamientos de bueyes mentales carnales, zocos deportados, creación de dispositivos, artilugios, interfaces y artefactos, plataformas tácticas, acuñación de conceptos, porras zumbonas, torneado de ideas, creación de solares, participaacción, desconciertos, concertinas y serenatas varias, porsupuestos participativos, denegados municipales, pacifismo beligerante, tramas urbanas, kit de aperos de agitanza, masas críticas crónicas, travestismo ocasional, funambulismo y contorsionismo de babucha y guatiné, placajes severos, miles de años de vida vegetal, cuarto y mitad de frito variado, y dos de caracoles. Les ofrecemos nada menos que un mapa palpitante de interacción y proyección social. Agitación, por si no se dieron cuenta. Pasen y vean.
Extracto de un cartel anunciador de El Tinglao del Gran Pollo de la Alameda, instalache autoaviográfico del deseo perturbador
Estamos en Sevilla y parece que corre un poco de aire fresco con la apertura de un espacio cultural que va a abrir sus puertas, (primavera de 2006), con el nombre de caS (Centro de las Artes de Sevilla). Bajo la dirección del artista Pedro G. Romero y con el auspicio del Area de Cultura del Ayuntamiento, se decidía poner en marcha este centro en un ex convento abandonado a la suerte del relleno cultural ocasional, en el mejor de los casos, cuando no mero almacen en desuso. Paralelamente, un grupo de gente nos encontrábamos en el proceso final de elaboración del libro El Gran Pollo de la Alameda. Cómo nació, creció y se resiste a ser comido. Una docena de años de lucha social en el barrio de la Alameda, Sevilla. (…)
(para leer el texto íntegro en el pdf adjunto)